Muchos saben que el consumo excesivo de azúcar deriva en problemas para la salud. Aun así, resulta complicado quitar el sabor dulce a los alimentos, ya que estamos muy acostumbrados a él. Puede sustituirse por otros productos, como la miel o el azúcar morena, pero no son tan notables las diferencias. Otra posibilidad es utilizar las mezclas de edulcorantes artificiales. Existen varios ejemplares que pueden mezclarse de forma segura y que mencionaremos en esta publicación.

¿Son una opción problemática para la salud?

Las mezclas de edulcorantes artificiales en el mercado se catalogan como aditivos para alimentos, lo que implica que, además del nombre con el que se conocen, poseen una denominación propia con su respectivo número E. Se trata de algo relevante, debido a que revela que han sido analizadas antes de ser puestas a la venta y obtener su número E.

Se dicen cosas alarmantes sobre los edulcorantes y los riesgos potenciales para la salud en varios medios. Más que informar, propagan mitos que es importante desvelar. No hay por qué temer, ya que hay muchos estudios aplicados a los edulcorantes para corroborar su seguridad, en los que se incluyen evaluaciones del riesgo de cáncer. Los resultados han demostrado, con base en el método científico, que no presentan una verdadera amenaza.

Principales edulcorantes artificiales

Comentaremos ahora los edulcorantes más comprados y usados por la industria, que son seguros y pueden adquirirlos bajo sistemas de mezclas en APPENMIX, junto con otros aditivos, como el control de sinéresis.

Sacarina

Fue sintetizada en 1879 y se volvió popular en la Primera Guerra Mundial, debido a que la azúcar escaseaba. Se trata del aditivo E 954 y, aproximadamente, es entre 300 y 500 veces más dulce que el azúcar. No es metabolizada y se absorbe para eliminarse por vía urinaria. Tampoco aporta calorías.

Ciclamato sódico

Conocido como aditivo E 952, fue sintetizado en 1937 y es hasta 50 y 100 veces más dulce que el azúcar. Presenta mínima absorción y es eliminado por la orina.

Acesulfamo K

Se descubrió en 1967. Se conoce como aditivo E 950 y es 200 veces más dulce que el azúcar. Es un edulcorante organoléptico y, si no se mezcla con otros edulcorantes (como sucralosa o aspartamo), deja un sabor metálico. Destaca por su buena estabilidad al calor, por lo que es común en productos horneados. No es metabolizado y se elimina por completo por la vía urinaria.

Sucralosa

Consiste en el aditivo E 955 y fue descubierto en 1976. Es 600 veces más dulce que el azúcar y resalta por su alta resistencia a temperaturas elevadas. Al crearse mezclas de edulcorantes con acesulfamo, produce un efecto sinérgico que incrementa el dulzor.

Aspartamo

Se trata del aditivo E 951 y se sintetizó en 1965. Es 200 veces más dulce que el azúcar. Si bien es seguro, es uno de los edulcorantes más afectados por detractores y estudios fraudulentos, por lo que muchas empresas lo retiraron de sus productos. Se forma por la unión de dos aminoácidos naturales, que, usualmente, se encuentran en varios alimentos: ácido aspártico y fenilalanina. Al degradarse metabólicamente, se separan.

No representan un riesgo para la salud, ya sea juntos o separados, aunque sí puede ser perjudicial para personas que presentan una enfermedad metabólica, conocida como fenilcetonuria. Por tal motivo, es común que se incluya una advertencia en el etiquetado de los alimentos donde se consume.

Ventajas de las mezclas de edulcorantes

La ventaja más relevante de estos edulcorantes es que son seguros. No afectan la flora intestinal ni producen efectos laxantes, lo que pasa con ciertos productos, como la estevia. Tanto el dulzor como sabor de cada uno es diferente, lo que permite a los fabricantes elegir el más conveniente. Además, es muy difícil distinguirlos del azúcar en la mayoría de los casos.

Con respecto a su índice glucémico, es nulo, por lo que no repercute en los niveles de glucosa en la sangre. Son por ello seguros para personas diabéticas. Ofrecen una ventaja interesante: ninguno aporta calorías, es decir, no causan problemas de obesidad, lo que los vuelve un excelente sustituto del azúcar. Lo que sí puede afectar son los hábitos de consumo y otros ingredientes en los alimentos.

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